Hay días en los que uno se levanta y piensa que se siente bien. Y hay otros en los que decís - Che, podría mejorar un poco el ánimo, ¿no? - Y después te tocan días como mi domingo 22 de agosto. Y recién ahí es cuando te das cuenta de que realmente estás feliz. Ayer me levanté temprano, no pensé mucho qué ponerme, no me sentía linda, así que agarré mi remera favorita y un pañuelo y salí. No voy a detallar mi día. Quizá lo adjetive un poco. Hermoso, inesperado, recordable. Llegué a mi casa con la sonrisa más verdadera que tuve en mi vida. Mi mamá me miró y se dio cuenta de todo. Notó mi felicidad extrema, mi buen humor cuando tendía la mesa, cuando lavaba los platos.
Parecía Blancanieves haciendo las tareas del hogar. A veces uno genera expectativas que, sabe bien, no se van a llenar. Otras veces uno no genera expectativas, pero tiene pequeños sueñitos que de la nada se le cumplen. Esos días son los que tenemos que recordar. Los días en los que lo que pensabas que no se iba a cumplir nunca, INEXPLICABLEMENTE SE DA.
No comments:
Post a Comment