Y pensar que duró años. Pensar que en un día se esfumó, como se esfuman las nubes cuando sale el sol. Duele porque se siente como que a uno le arrancan de un manotazo un pedazo de corazón que tenía nombre. Duele por saber que la conciencia está limpia y que eso no trae satisfacción. Por lo menos no inmediata. Creo estar en lo cierto pero no me creo dueña de la verdad. Creo que es real su necesidad de tener razón, tan grande su falta de atención que puede tergiversar la verdad a niveles increíbles.
Esta vez no ganó nadie. No ganó ella, no gané yo. Las dos perdimos, yo por decir la verdad y ella por mentir.
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