Una lanza, una daga, un fierro, una flecha, una estaca, una bala, ya no se que fue lo que me atravesó. Una imagen, mil y una palabras. Ya no está. ¿Ya no está? Mi marca, mi firma, mi estampilla en nuestro mundo. ¿Se desvaneció? ¿Te tomaste el trabajo de borrarla?
¿Quién soy yo para exigirte siquiera que dejes eso ahí, sabiendo que te haría daño? Tan sólo me hubiera gustado mudarla, acá. Acá a mi corazón, a mi cajón, a mi caja de cartón llena de recuerdos que no puedo abrir. Los gritos que salen de esa caja me están quemando el corazón de a poco. ¿Y la mente? ¿Mi lado racional? Creo que lo vendí en sueños a un gitano por un poco de esperanza que se me esfumó de las manos como una nubecita.
Eso soy, una nubecita.
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