A veces me entra el pánico. No quiero pensar en eso. Prefiero ilusionarme y pensar en los huevos y la harina en febrero. Pero a veces me entra el pánico. ¿Qué hago si me sale mal? ¿A quién le reclamo sino a mí?
Odio esta época, de ponerme nerviosa paso a dormir mal, a tener pesadillas con los exámenes orales, a sentirme un fracaso, a pensar que todos los demás son mejores que yo en lo que hago. Me entra el pánico de sentirme una inútil otra vez. Miedo de desaprobar y permitirles a ellos dos recriminarme que no hago lo suficiente, que no soy lo suficientemente buena, que debería esforzarme más. Hoy más que nunca te entiendo hermana, lo que siento es parecido a lo que seguramente sentías vos cuando te sacabas malas notas y me usaban de ejemplo a mí. Hoy cambiaron los roles, a mí me va a ir como el reverendo orto, y vos te sacás nueves y dieces. Nunca pensé decir esto, pero cómo te envidio en este preciso momento. Compartime un poco de tu paz.
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