Monday, September 28, 2015

Tóxica

Otra tomografía, otro susto más, otra semana llena de angustia hasta recibir los resultados. Otra vez todo, cada dos meses se repite el mismo sentimiento de toxicidad que emana mi cuerpo y pienso en que todavía queda la posibilidad de que no se haya ido del todo, de que tenga que volver a operarme, de que todo lo que logré, igual que la vez anterior, se caiga.


Estar tan cerca de la muerte en dos ruedas te hace pensar en qué tan al pedo es todo el esfuerzo que hacés para que te salgan las cosas bien, si en un segundo todo puede esfumarse.

Thursday, September 24, 2015

Un año

Hoy, 24 de septiembre, se cumple un año. Exactamente un año desde que abrí ese sobre que convulsionó toda mi vida. Todo venía en orden, todo salía bien. El trabajo, las amistades, el amor, (tal vez la familia era lo único que estaba desorganizado).
No supe qué decir, ni qué hacer. Sólo entregué el sobre a mi viejo, y me fui de la cocina. Después vino el momento de contar lo que me pasaba a mis seres queridos, de confiarles mi mayor problema, de intentar no quebrarme, de contárselo a mis jefes, con el miedo de no saber cómo reaccionarían. Comencé a sentir muchísima angustia, mucha tristeza y a temer la reacción de los demás. Muy pocas personas supieron realmente lo que me pasaba hasta el día en que me operaron. Y fue porque así lo quise. Nunca me identifiqué con el rol de víctima y tampoco quiero hacerlo ahora. No me sentí nunca una paciente de cáncer, no me volví el cáncer ni hice de mi vida una prédica contra los hábitos y las comidas que lo generaran. No lo hice porque nunca me vi cerca de la muerte.
De esta manera, al sobrepasar la situación, no me sentí héroe, ni ganadora, ni mucho menos. Sí me sentí bien conmigo misma por demostrarme que puedo contra cosas difíciles, en especial porque no fue lo único que tuve que sobrepasar, ya que incluí en el paquete un despido, peleas familiares y distanciamientos con numerosas personas a quienes yo contaba como amigos. No fue fácil, pero tampoco fue imposible.
Hoy, mirando hacia atrás, haciendo un racconto del año que pasó pienso en todas las cosas que logré, en la gente que conocí, en las personas que se alejaron de mí y de las que yo misma me distancié por ser tóxicas, en aquellos que me fallaron, en aquellos a los que les fallé por no poder manejar el remolino de emociones que fue mi vida hasta hace una semana. Aun no estoy del todo organizada, todavía voy y vengo con los horarios, no me anoté en el gimnasio, me faltan muebles que comprar y tengo muchas cosas tiradas, pero ya no llego alterada, ya no llego angustiada, ya respiro normal y principalmente, ya no tengo tantos ataques de ansiedad como los tenía antes.
No obstante, extraño muchas cosas, muchos proyectos que se que ya no son posibles, muchas situaciones que no se van a volver a dar, pero tengo que aprender a crecer con eso y a ver que la vida no se termina ahí, que si bien no pude y no voy a poder hacer por un tiempo el viaje que sueño hacer, tengo tiempo suficiente para ahorrar el dinero que me hace falta y hacerlo como corresponde el día que tenga la posibilidad. Hasta consideré hacerlo sola, no depender de nadie, no depositar mis esperanzas en gente que me demostró reiteradas veces que no vale la pena, en dejar de permitir que los demás definan mis tiempos.
Este año dos de las personas más importantes que tenía se desprendieron de mí, y si bien dejaron una herida muy grande también me enseñaron una de las lecciones más importantes de mi vida: No dar por sentado nada, ni siquiera lo más mínimo, porque ante el primer temblor, todo puede desmoronarse.
Ya pasó un año, y pasó volando. Falta mucho por recorrer, todavía no terminé con los médicos y las tomografías y los dentistas y demás, pero se que con buena energía y con ganas de seguir adelante las cosas terminan saliendo bien.

Monday, September 21, 2015

La Realidad Duele

A veces es mejor no ver, pero el destino y el mundo tienen sus formas. Es así como sin querer, por más que no estás entre mis contactos, te encontré ahí parado, con tu mochila, tus botas, tu sonrisa, tu septum y un cartelito que decía "para allá". Dolió. Muy en lo profundo de mi alma quise ser yo quien te sacara esa foto, quien te acompañara a hacerte ese agujerito. Ahora el agujero lo tengo yo. No pensé que fueras a lastimarme jamás y sé que no lo hiciste a propósito pero acabo de hundirme y no puedo evitar echarte la culpa. Se que por primera vez en mucho tiempo debés de estar feliz y por esa razón no pienso volver a hablarte. Siento que toda la angustia que sentiste este tiempo fue por culpa mía y con razón. No soy una inconsciente ni una insensible para no pensar en eso, para no saber que el daño que hice te dejó una marca. Pero a veces me siento y miro lo que logré en este tiempo, lo que alcancé, y me da bronca, mucha bronca, que no hayas estado ahí para seguir mis pasos, que hayas logrado lo que lograste ahora en parte porque me despegué de vos.
Me duele pensar cuánto te costaba realizar los planes que nos armábamos, cuántas veces tuve que postergar cosas porque no estabas listo, y ahora sin más, con un cartelito, llegaste a Santa Fe.
Escribo acá porque sé que no vas a estar pensando en mí, o al menos así espero que sea porque estás cumpliendo tu sueño y yo no tengo ya nada que ver en eso, pero de alguna forma necesito que si un día te acordás de mí y sentís que no corresponde hablarme por lo menos entres acá, que fue siempre mi muro de lamentos, que siempre usaste para saber si estaba bien, y sepas lo que sentí al verte en esa foto.
Ojo, no me malentiendas, no te tengo bronca por haberte ido, o por haberte hecho el septum, me genera mucha felicidad que realmente hayas podido hacerlo, pero, de la misma manera que cuando corté con vos arrancaste de vuelta el colegio, te habías puesto a laburar y entraste en la facultad, ahora estás haciendo las cosas que planificamos juntos y nunca llevamos a cabo. Esa carpa que compramos juntos con tanta emoción ahora te va a proteger de la lluvia y el viento, pero a vos solo; esas plantas que vimos crecer juntos te están ayudando, según sé, a llegar a donde querías llegar porque se convirtieron en plata como habíamos hablado entre los dos, y yo todavía sueño algunas noches que vivimos juntos en el lugar que alquilé que a decir verdad me queda enorme, con todas esas rutinas que proyectamos en que yo llego cansada de trabajar y estás ahí, esperándome con la comida y con un ser humano chiquitito que se parece un poco a mí y otro poco a vos. Los duelos duelen, los cierres duelen, pero son necesarios. Por eso, hoy le pongo yo un freno a mi cabeza.
 Espero de corazón que puedas llegar a donde vos te lo propongas, que no dejes país sin pisar, pero principalmente espero que puedas ser todo lo feliz que yo no pude dejarte ser. Hasta acá llegamos mi alma y yo.