A veces es mejor no ver, pero el destino y el mundo tienen sus formas. Es así como sin querer, por más que no estás entre mis contactos, te encontré ahí parado, con tu mochila, tus botas, tu sonrisa, tu septum y un cartelito que decía "para allá". Dolió. Muy en lo profundo de mi alma quise ser yo quien te sacara esa foto, quien te acompañara a hacerte ese agujerito. Ahora el agujero lo tengo yo. No pensé que fueras a lastimarme jamás y sé que no lo hiciste a propósito pero acabo de hundirme y no puedo evitar echarte la culpa. Se que por primera vez en mucho tiempo debés de estar feliz y por esa razón no pienso volver a hablarte. Siento que toda la angustia que sentiste este tiempo fue por culpa mía y con razón. No soy una inconsciente ni una insensible para no pensar en eso, para no saber que el daño que hice te dejó una marca. Pero a veces me siento y miro lo que logré en este tiempo, lo que alcancé, y me da bronca, mucha bronca, que no hayas estado ahí para seguir mis pasos, que hayas logrado lo que lograste ahora en parte porque me despegué de vos.
Me duele pensar cuánto te costaba realizar los planes que nos armábamos, cuántas veces tuve que postergar cosas porque no estabas listo, y ahora sin más, con un cartelito, llegaste a Santa Fe.
Escribo acá porque sé que no vas a estar pensando en mí, o al menos así espero que sea porque estás cumpliendo tu sueño y yo no tengo ya nada que ver en eso, pero de alguna forma necesito que si un día te acordás de mí y sentís que no corresponde hablarme por lo menos entres acá, que fue siempre mi muro de lamentos, que siempre usaste para saber si estaba bien, y sepas lo que sentí al verte en esa foto.
Ojo, no me malentiendas, no te tengo bronca por haberte ido, o por haberte hecho el septum, me genera mucha felicidad que realmente hayas podido hacerlo, pero, de la misma manera que cuando corté con vos arrancaste de vuelta el colegio, te habías puesto a laburar y entraste en la facultad, ahora estás haciendo las cosas que planificamos juntos y nunca llevamos a cabo. Esa carpa que compramos juntos con tanta emoción ahora te va a proteger de la lluvia y el viento, pero a vos solo; esas plantas que vimos crecer juntos te están ayudando, según sé, a llegar a donde querías llegar porque se convirtieron en plata como habíamos hablado entre los dos, y yo todavía sueño algunas noches que vivimos juntos en el lugar que alquilé que a decir verdad me queda enorme, con todas esas rutinas que proyectamos en que yo llego cansada de trabajar y estás ahí, esperándome con la comida y con un ser humano chiquitito que se parece un poco a mí y otro poco a vos. Los duelos duelen, los cierres duelen, pero son necesarios. Por eso, hoy le pongo yo un freno a mi cabeza.
Espero de corazón que puedas llegar a donde vos te lo propongas, que no dejes país sin pisar, pero principalmente espero que puedas ser todo lo feliz que yo no pude dejarte ser. Hasta acá llegamos mi alma y yo.
No comments:
Post a Comment