Wednesday, May 31, 2017

Un día más.

Llegás, suena la alarma, el fichero no anda.
Te piden pagar cosas, no tenés los ok. Cuando tenés los ok no te dan factura.
Tienen que entregar productos, cuando viene el flete te ocupan la vereda con otro camión, no se mueve. Te cagás de frío 20 minutos esperando que se muevan. Cuando pueden descargar te das cuenta que no trajeron personal para descargar.
Es fin de mes, el gerente de logística no te presta a nadie de los de depósito para descargar. Te desesperás, tenés un montón de plata parado en la calle sin poder hacer nada. Terminás pidiendole ayuda a tus compañeros, que nada tienen que ver.
Mientras tanto, el dispenser pierde agua caliente. La alarma sigue sonando. Viene el técnico de Prosegur y la caga más de lo que estaba. La deja sin reparar.
Te peleás con el gerente de logística.
Son las 18.26, faltan 4 minutos para irte y si los cumplís sin bañar a nadie en nafta y prenderlo fuego hoy vas a poder considerarlo un éxito.
Tranquila, vos podés.


CAOS

Los días después de vos.

Frecuentemente, como siempre, me encuentro pensando en vos. En cómo estás, en qué fue de vos, en vos. Pienso en lo mucho que me enseñaste, en la gran marca que dejaste en mi vida, en cómo (si es que tengo derecho a suponerlo) dejé una marca en la tuya. 
Me gusta creer que pudiste por fin alejarte por completo de mí, de mi toxicidad y mi autodestrucción. De mis problemas y complejos. Y que hoy sos feliz. Me gusta pensar que es realmente así. Me hace más fácil vivir, hoy, que se me hace tan cuesta arriba.
No voy a dejar de tener nunca curiosidad por saber como estás por más que haya perdido todo derecho a averiguarlo y ya ni siquiera lo intente. De hecho espero y supongo que no vas a volver a entrar acá. 
A fines de dejar las cosas en claro, y liberar mi pecho de varios pensamientos, debo mencionar lo siguiente:
Se que no va a haber nadie en el mundo por quien llegue a sentir jamás el nivel de amor que sentí por vos.
Más allá de los disgustos, las diferencias y las discusiones, no va a haber tiempo más lindo que el que compartimos juntos, y llevo esos recuerdos en lo más profundo de mi corazón. 
Y además de todo, quizá jactándome de algo de lo que no tengo derecho, nadie me va a amar como lo hiciste vos, tan desinteresadamente, de forma tan completa, sin juzgarme, o al menos intentando no hacerlo.
Llegados mis 25 años sentí necesario hacer un balance de mi vida al día de hoy. Me equivoqué y me equivoco mucho, como todos. Pero aprendí de vos, y me brindaste la capacidad de autocrítica, de comprender las consecuencias de mis actos, de pedir perdón, de corregir. Y hoy en día me vendría tan bien tenerte de crítico...
El viernes 26/5 festejé junto a gente que quiero mi cumpleaños en Crobar, viendo a uno de los djs que más me gustan y que conocí gracias a vos. Tenía a Len Faki parado a un metro de distancia. Y además de una felicidad infinita me invadió la sensación de que estabas ahí por más que es posible que no fuese así. Solo lo sentí porque fue ese mismo dj al que vimos juntos en una UMF de la que aún tengo muy buenos recuerdos y sensaciones. Y sentí que hubiera sido hermoso poder compartir esto una vez más. 
Esta melancolía me va a acompañar toda mi vida, en parte porque tampoco quiero abandonarla. No se si puedo permitirme dejarla atrás sin sentir que estoy olvidando una parte importantísima y hermosa de mi vida. Sería superarlo y no puedo, ni quiero. Intenté querer a alguien más, (y espero que vos lo hayas hecho también) pero no se si estoy lista, o si alguna vez voy a volver a estar lista. 
Y ahora simplemente vivo el día a día, intentando ocupar cada segundo libre de mi tiempo para sentir que no desperdicio mi vida. Entreno, veo a mis amigos, a mi familia, cocino, tejo, veo muchas series, salgo (mucho), igual que cuando me conociste, no paro de salir. Sé internamente que estoy intentando compensar algo, llenar un vacío. Y es muy factible que sea así, pero también sé que en este momento me siento contenta conmigo misma.
Me deshice de gente que me hacía daño, me reencontré con (casi) todos aquellos seres queridos a quienes por algún motivo había dejado de lado, me esfuerzo mucho más por estar presente. Si estuvieras acá conmigo sé que te quejarías porque no tengo un segundo libre, y en el momento en que se me libera un rato de cualquier día, en cualquier horario, logro encontrar algo para hacer casi instantáneamente. 
Siempre fui de hacer mil cosas al mismo tiempo, lo sabes y es algo que no creo que cambie porque el tiempo de ocio me sirve solamente bajo una condición, que hoy no se cumple. Disfrutar sola de estar tirada en un parque con el mate, o con un porro de noche, no tiene sentido. Solo lo tendría de estar con alguien a quien quiera lo suficiente como para no necesitar nada más, y hoy no es así. 
Me hiciste muy feliz, más feliz de lo que en toda tu vida vas a poder dimensionar. Y si bien estoy segura de que no voy a volver a sentir nunca esa felicidad, no me entristece, porque sé que la mayoría de las personas no tienen tanta suerte, y jamás llegan a conocer esa sensación de que se te explote el pecho, de no poder respirar durante un beso, de fundir toda la fuerza de dos cuerpos en un abrazo. Y me siento orgullosa de saber que yo sí.
Hoy no es una fecha relevante en ningún aspecto, pero me levanté después de soñar con vos y creí justo escribir, después de mucho tiempo, esto que tenía guardado.





Friday, May 12, 2017

Salir a Comer

En un momento de guardia baja, risa y calma, paz interior y tragos;

-"¿Ya sabés qué vas a pedir?"

-"No tengo idea lo que quiero. Vos? ¿Ya sabes qué querés?"

-"A vos."

Siguió un silencio cómplice y mantuvimos la mirada por más tiempo del que habría podido hacerlo cualquier otra persona. Pero no somos cualquier otra persona. Somos el enfrentamiento milenariamente vigente entre cánido y felino. La antítesis. El complemento. Dos engranajes de una máquina totalmente equilibrada (dentro de su propio desequilibrio).

Y sonreí, y sonrió.

Fuego con fuego no se apaga, se aviva. Y al aprender a vivir ardiendo, es bueno compartir el calor con alguien en la misma temperatura.

Tuesday, May 9, 2017

Tatuajes

No todo tatuaje está grabado en la piel.
Los más importantes son subcutáneos. Y duelen. 
Marcas, heridas que te dejan el tiempo, la experiencia, el amor, la pérdida y la paciencia.
Cuando el cuerpo, rígido y moldeado por las vicisitudes y alegrías que una vida llena de altibajos puede traer, se enfrenta a una nueva emoción. Eso deja una marca. Y cada una es inequívocamente distinta, como dos copos de nieve, o dos huellas dactilares. Ni un deja vú, ni la repetición monótona de una rutina.
Marcas intrínsecamente humanas, pertenecientes al comportamiento del hombre (y de la mujer) que nos otorgan un sinfín de melodías alegres y dramáticas, que llamamos días, y que quedan plasmados en la memoria en un orden completamente arbitrario, que depende solo del valor emocional y de la carga educativa que pueden contener. 
No vale lo mismo un rutinario y monótono lunes en la oficina que un domingo al sol, asado, el perfume de alguna flor, un libro y la familia. 
Si bien ningún lunes es igual a otro, en cierta forma lo son (todo esto es en el caso de trabajar en el ámbito administrativo, ¡qué aventura serían los lunes de tener una casa de té!), porque son los mismos horarios, las mismas pautas, las mismas (o casi las mismas) caras. Y a menos que suceda algún evento atípico, serán tan solo un lunes más.
Las marcas no provienen de esos días, (aunque pueden suceder un lunes). Heridas, besos o mordidas de la vida en la piel, en el corazón y el alma, que provienen de los momentos más aleatorios y poco planeados. Atacan como una bestia que se acaba de desatar de sus cadenas, y viene corriendo directo al cuello. Son impredecibles, incontrolables y renacentistas. 
Son estructurales. 
Los verdaderos tatuajes no son los que nos hacemos adrede, que dejamos ver, que llenamos de colores. Son los que nos hace la vida cada vez que nos golpea para enseñarnos, para acorazarnos, para debilitarnos. 
Y yo estoy llena de tatuajes.