
De a poco ella siente que se equivocó. Comienza a comprender esa frase que hace tiempo leyó. Entiende apenas esas palabras y ha decidido ponerlas en práctica. No hay forma de reemplazar un cariño con otro, y menos si el primero desborda de emociones que contínua e invisiblemente inhabilitan la capacidad de elegir correctamente.
Ella ya sabía que no debía intentar reemplazar sus sentimientos por él con otra persona, que debía dejar que el tiempo se ocupara de borrar todo hilo de cariño que ella había cosido para poder así continuar con su vida. Sí, ella sabe todo eso, lo tiene estudiado, analizado y memorizado; pero lo que no entiende es que debe dejar de intentarlo, porque más allá de reconocer que se equivocó al quererlo, ella intenta borrarlo de su vida, pensando que así dejará de sentir ese remolino de emociones que surgen cuando aquel nombre resuena en su oído y ella desborda de excitación, depresión y enojo, tristeza y lo peor de todo, esperanza oculta. Ella debe aprender que debe dejar de amarlo, sí; pero ni borrarlo de todos los aspectos de su vida pretendiendo creer que no existe, ni reemplazándolo logrará despojarse de ese amor infantil, tan inocente y verdadero como niño enamorado.
Sí, ella está enamorada de él, a pesar de todo, y lo que más le cuesta creer es cómo él pudo hacer que ella cayera tan bajo en ese agujero quedándo ciega de amor, siendo que él jamás provocó ninguna de estas cosas en ella. Ya no puede continuar soportando decepciones, su cuerpo cansado ha decidido indicarle a su corazón que ella debe parar su obseción por todo aquello que no tiene; debe entender de una vez por todas que cuando algo no se puede, simplemente NO se puede y el camino más corto es afrontarlo solo, sin buscar de un refugio en otros brazos.
No comments:
Post a Comment