Tuesday, May 5, 2009

Quietud.


A este silencio yo lo conozco, me es familiar, ya lo he sentido alguna vez. Sé que en algún lugar, encontré tal paz, tal quietud. No es normal, no puede serlo; me genera escalofríos, ganas de romperlo con un profundo grito que quiebre ventanales y descubra qué tan fuerte puedo llegar a ser. Ya he pasado por esto, a diferencia que veces anteriores sí supe como solucionarlo y hoy me siento tan sola, tan vacía, llena de nada, llena de cosas que no sirven, llena de chatarra. Siento que llevo a cuestas un gran baúl lleno de ideas apagadas, ilusiones quebrantadas y un contrato de lealtad firmado con sangre, que se titula con su nombre. Quizá nadie entienda lo que se siente verse vacía, sentir la ausencia de las cosas que realmente se necesitan, y tan llena a la vez, pero de cosas que no sirven, cosas que solo llenan un espacio para no sentir el hambre de no tener lo que realmente uno necesita.
El interior resuena, pidiendo a gritos algo con qué rellenar el vacío existencial; mente, corazón y alma no dejan de discutir, deben encontrar la manera de coexistir. A veces uno se alimenta del silencio; éste crece, y con él, nuestras ideas germinan, nuestra alma comienza a carecer de paz y el corazón se asienta. Sí, ya conozco este silencio; es el mismo que por primera vez me hizo ver que a veces estar sola es mejor que rodearme de gente vacía. Al fin y al cabo, nada de lo que yo haga, causará efecto en sus acciones y emociones. Golpear a una pared no hará que ésta grite, pero - acción y reacción - puede que sufras un buen golpe y seas tú quien grite al final.

No comments:

Post a Comment