Cuando por años viviste acostumbrado a cierta forma de vida y todo lo que te rodea está firmemente asentado; cuando tu existir se vuelve una rutina monótonamente interesante y descubrís que en realidad es un buen modo de pasar los días; cuando la gente cercana a vos es la misma de hace años y lograste con ellos una relación diferente; ¿Cómo hacés para desprenderte? ¿Cómo hacés para abandonar la adolescencia y entrar en el mundo de los grandes con tanto para perder? ¿Existe alguien que nos explique como crecer o aprender a soportar la pérdida?
Hay tanto en nuestras manos que tarde o temprano se pierde, y ese es nuestro mayor miedo. No sólo personas dejan de tener conexión con nosotros, si no elementos, situaciones y tiempo. A medida que crecemos nos obligan a madurar, a evolucionar mentalmente, a deshacernos de esos hábitos infantiles con los cuales hasta ese momento nos entreteníamos.
Lugares que frecuentábamos ya se nos prohiben. Escuela, condenada institución que muchas veces maldecimos, ahora es uno de nuestros más preciados edificios; y pensar que allí hubo cientos de chicos que nunca conocimos y que probablemente amen y desprecien, al igual que nosotros, lo que las aulas que nos mantenían internis representaban para nosotros y que ahora extrañamos. Personas que dentro de ese lugar nos hicieron crecer y no sólo docentes con su sabio conocimiento letrado, sino también compañeros de clase con los cuales con el tiempo aprendimos a convivir, y nos enseñaron lecciones de vida. Los que se transformaron en amistades y aprendieron a señalarnos cuando nos dirigíamos hacia un mal camino.
Lugares que frecuentábamos ya se nos prohiben. Escuela, condenada institución que muchas veces maldecimos, ahora es uno de nuestros más preciados edificios; y pensar que allí hubo cientos de chicos que nunca conocimos y que probablemente amen y desprecien, al igual que nosotros, lo que las aulas que nos mantenían internis representaban para nosotros y que ahora extrañamos. Personas que dentro de ese lugar nos hicieron crecer y no sólo docentes con su sabio conocimiento letrado, sino también compañeros de clase con los cuales con el tiempo aprendimos a convivir, y nos enseñaron lecciones de vida. Los que se transformaron en amistades y aprendieron a señalarnos cuando nos dirigíamos hacia un mal camino.
A medida que crecemos perdemos y ganamos cosas, pero a veces lo que adquirimos no contrarresta lo que se nos va y nos genera angustias hasta que logramos acostumbrarnos a que eso que no está más simplemente no lo está. Pero ¿qué pasaría si nunca nos acostumbráramos? Si adaptarnos al cambio inminente fuera imposible. Quizá mas de medio mundo estaría perdido en sí mismo.
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