¿Sos vos? ¿Eras vos?
No. Pero parecías.
Parecías estar ahí, junto a mí. Y más de una vez me miraste fijo, y llegué a dudar. La mezcla de oscuridad, luces rojas, ruido muy fuerte, humo. Una metamorfosis entre la cara de esa persona, que nada se parecía a vos, pero bailaba como vos, se movía como vos, y era alto como vos, y tu cara.
No eras vos. Pero bien podrías haberlo sido. Y qué feliz hubiera sido yo.
Llegué al punto en el que inconscientemente te busco. Te busco y te encuentro en carteles en la calle, en perfumes de gente que me pasa por al lado, en lugares que solías frecuentar. Pero no sos vos, y cada vez que no sos vos una parte del alma se me desgrana.
No sé hasta que punto es "inconsciente", o casual, y en qué momento se vuelve algo buscado y meticulosamente diseñado por mi cerebro para que piense en vos. Mi mente se ensaña en recordarme cosas que tenía archivadas, incluso cuando duermo.
El mundo de los sueños hoy se me despliega como un sinfín de situaciones ilusorias que terminan siempre conmigo vacía y despierta, en medio de la noche, estirando la mano derecha para alcanzar ese vacío que quedó de tu lado de la cama.
Tu lado de la cama. No puedo cruzarlo, no puedo usarlo, el colchón solo se hunde de mi lado. Tu mitad está intacta, inerte. Estoy segura de que si presionara mi oído contra el colchón en ese lado escucharía tu latido, y no se si puedo soportarlo.
Y mi mano.
Mi mano se estira y acaricia el vacío, lo vuelve propio, y yo tomo esa frazada de aire y cubro mi cuerpo del frío de mi alma.
No eras vos, pero todo en mí quiso que lo fueras.
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