Agua.
En ella no hay sol ni luna, no hay claro ni obscuro, ni mentira ni verdad. En ella no hay bien o mal felicidad o tristeza, compañía ni soledad. Genera cierto sentimiento de entereza global que consume y contiene. Es un ente completamente inverosímil en el cual las leyes de la física son tema principal. No busca explicaciones ni tampoco las dá; solo está ahí, con su natural movimiento y fluidez. Ella también tiene sus manías aunque es bastante regular. Todos la juzgan sin realmente conocerla, establecen teorías y formulas que la hacen partícipe de los peores desastres; pero nadie se detuvo a escucharla con detalle, muy pocos saben qué es lo que realmente ocurre dentro de ella, qué pasa cuando se la critica, cuando se dicen mentiras que la involucran. Cada uno se ocupa de destruirla, sin tomar en cuenta el hecho de que ella es parte fundamental de nuestra vida, que sin ella, nadie sería lo que es. Siempre fue de gran ayuda contar con ella, conocer sus dones y beneficios, comprender que es realmente una buena aliada en momentos de soledad. A diferencia de otros que se aprovechan de nuestra debilidad y nos destruyen. Uno a veces no nota cuánta falta hace ella para sentirse completo, para notar que se está bien, y que las cosas no son tan difíciles. En general se acostumbra pensar que ella no influye, que le somos completamente indiferentes y no generamos en ella cambios notorios. Pero esa percepción se aleja demasiado de la realidad.
Es necesario notar que nosotros somos quienes afectamos su humor, movimientos y transformaciones. Debemos comprender que en realidad, nosotros vivimos generando estrechos vínculos con ella para poder llegar a sentirnos completos. Uno no está en total equilibrio hasta que ella lo desea. Hasta se podría decir que es una estricta relación de dependencia, donde la variable dependiente somos nosotros, y ella es el ser que involuntariamente hace y deshace a su parecer, para movilizar luego nuestro porvenir.
Uno no se da cuenta de ciertas cosas, hasta que comienza a perderlas. Y es lamentable, porque deberíamos ser capaces de comprender que debemos valorar lo que tenemos, porque al instante que se nos va de las manos, es ahí cuando sentimos su ausencia, y cuando en realidad estuvo siempre, y nos fue de ayuda, jamás nos dedicamos a ofrecerle el respeto que se merece. De a uno es poco, sí; pero si todos tomáramos conciencia, el cambio no estaría tan lejos de nuestras manos.
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